Desde mediados de marzo de 2020, el Perú vivió una durísima cuarentena que sacó a la luz lo que muchos venían repitiendo desde hace décadas, pero que la hegemonía siempre se ha negado a ver y a aceptar. Las magníficas cifras sobre un supuesto desarrollo económico encontraron su obscena deficiencia ante una precariedad pública de altísimo nivel. Este registro surge luego de que Edilberto Jiménez recorriera las calles durante el primer año de pandemia. Los dibujos asumen el horror de lo vivido y ponen en primer plano la vivencia íntima, como una dimensión central de cualquier discusión política y de todo discurso histórico. En un momento donde las estadísticas y los números ostentan la representación definitiva de la realidad, sustrayendo dimensiones decisivas, estas imágenes, casi todas de situaciones límite, muestran cómo en la vida íntima (y en la muerte) podemos observar las fallas estructurales de nuestra comunidad nacional.