Viajar, conocer, preguntar y hacer fotos a pesar del cansancio, el frío y el calor. Aprender en cada paso y en todos los caminos. Reflexionar y escribir inspirado por la mente y el corazón. Observar y aguzar la vista para retratar aquel gesto irrepetible o perpetuar las luces y sombras que le dan un matiz especial a las montañas de los Andes, a los bosques amazónicos, a las aguas oceánicas en la hora del crepúsculo.