De pronto, según venía Sinforoso en su bici por la curva a doscientos por hora, porque llegaba tarde al cole, ¡cataplum!, se dio un morrón con un oso que salió de atrás de un árbol.
¡Catacrac! Sinforoso dio tres volteretas, la bicicleta dio cuatro y se quedó hecha un churro en mitad de la carretera.
-¡Qué mala sombra; para un día que no tengo clase por la tarde y que podía ver el fútbol por la tele!
Sinforoso veía visiones. Junto a él estaba el libro hecho migas, los apuntes, los cromos, la calculadora, el MP4 y ¡un oso!; ¡qué tontería!, un oso que le lamía la herida de la frente, un oso de verdad, un oso con su hocico y sus patazas y su pellejo color castaño.