La metaliteratura, como plantea el crítico y teórico español Darío Villanueva, grosso modo, es la literatura autorreferenciándose. Precisamente, este es el eje del primer libro de Kevyn García Guzmán donde el personaje central de todo el conjunto es la Literatura pensándose a sí misma. Se trata de un libro que contiene cinco cuentos, escritos con una prosa ágil y que sumerge al lector en diversos juegos literarios para descubrirse frente al texto que lo impele a reflexionar sobre la condición misma del libro y de la literatura en general.
El cuento pórtico que nos abre la puerta a ese mundo creado por García Guzmán, ?Rasguños?, tiene este tenor: juega con la posibilidad de escribir una historia que se desarrolla mientras se lee, donde el autor, que aparece como personaje, juega a ser un demiurgo, adueñándose del destino de sus creaciones. Pero también hay homenajes, como el que se rinde a Clemente Palma, en ?La habitación oscura?, un cuento en donde, desde una mirada metaliteraria, se juega con los límites del autor como creador de sus propias ficciones, donde almas extraviadas ceden sus experiencias para la elaboración de estas. ?La danza del fuego? es un juego de traducción que plantea el problema de si este tipo de textos supone una reelaboración de la matriz original por una nueva. Es el cuento más metaliterario del conjunto. Por último, los dos últimos cuentos funcionan como unidad. En ellos se recrea una aventura amorosa, a través de los ojos de un Narrador que está sobre el mundo que representa en su discurso y va hilvanando las voces a fin de darle solidez a través de propio devenir.
Se trata, pues, de un libro atrayente que se une a una tradición que bien supo recrear Cervantes en su magna obra El Quijote y que encuentra en Kevyn García un epítome que busca, a través de las lecturas que lo han formado, repensar la Literatura desde una mirada posmoderna que cuestiona, también, la sociedad en la cual él es partícipe.
Jeremías Martínez Rodríguez
(Crítico literario y narrador)