La poesía de Cummings constituye un esfuerzo denodado por hallar la expresión íntima, demostrando al lector la difícil transferibilidad de la experiencia poética. Hubo quien le reprochó la falta de eso que ha venido a llamarse compromiso, así como la inamovilidad de su estilo. El primer reproche no es totalmente justo (aunque haya que reconocer que con nada estuvo comprometido en mayor grado que con la expresión). En cuanto a la fidelidad a sus propias fórmulas, ni puede olvidarse que inició su labor con una dosis de personalidad que otros, los más, sólo alcanzan a fuerza de ejercicio y de tiempo.