El presente libro puede leerse como un manifiesto descolonial para el siglo XXI o, más puntualmente, como una invitación al amor revolucionario, que no pertenece al romanticismo, sino a la justicia. Es éste un llamado a descolonizar el mundo, a reconocer que el privilegio de unos cuantos se construye sobre la opresión de muchos. Sibien es cierto que Houria escribe desde su contexto como pensadora franco-argelina, lo hace desde la vivencia propia,en los barrios racialmente segregados de París. La cualidad más importante de los textos que marcan hito es encontrar, desde una particularidad, lo que es común a los humanos. Al mencionar indígenas, la autora se refiere a los colonizados por Francia, y al evocar judíos, los invita a reconocer su pasado común. Esta misma convocatoria podría leerse en clave latinoamericana, con los pueblos autóctonos excluidos, con la invitación a reconocer las diversas historias y filosofías en el territorio común. El testimonio de un iracundo autorreconocimiento aguarda en estas páginas que no se conforman con exponer, o sólo señalar con reticencia teórica Reside aquí un modo apasionado por convocar a un solo cauce en beneficio de todos.