Alarcón era considerado entre sus contemporáneos como el escritor español del momento que mejor sabía urdir una historia y el único capaz de cautivar al auditorio manteniendo constantemente vivo el interés del lector. En sus novelas, nos encontramos historias que nada tienen de vulgares, ni por los hechos, ni por los personajes. Con El escándalo (1875) se confirmó ante los ojos de sus contemporáneos como un escritor de primera fila. El escándalo es una novela confesional. El autor convierte la religión en la que cree en ingrediente central de su obra, y presenta sus creencias de forma apologética. Como ocurre con todos los protagonistas de las novelas ideológicas de este período, Fabián Conde, el héroe de esta novela, se enfrenta a su ambiente y constata el desamparo del ser obligado a vivir en un mundo en el que se ha erosionado la fe antigua. Un mundo sin Dios en el que dominan la crítica y la razón. El protagonista se enfrenta a un drama que le expone al escándalo social, a perder su consideración y el reconocimiento públicos debido a una serie de engaños, errores y faltas cometidas. Quien es causa de escándalo acaba por ser víctima del mismo.