Clásico multicitado y a menudo mal comprendido, El arte de amar ha sido leído como la obra irónica que sin duda su autor visualizó, pero también ha sido objeto del horror y la censura ante el supuesto poder de corrupción de su mensaje, en fechas tan recientes como la primera mitad del siglo xx. En abierta sátira de la tradición de poesía didáctica de su época.