Tras décadas de ensoñación crecentista, es hora de despertar y reconocer que no somos más felices aumentando el PIB, agotando los recursos del planeta ni consumiendo todo tipo de enseres y servicios que no necesitamos. Es necesario reflexionar, frenar, deslegitimar las necesidades construidas y concretar las indispensables ante la certeza --o sospecha fundamentada-- de que nos dirigimos hacia un precipicio de profundidad desconocida. Victoria Aragón subraya que la solución pasa por el fin del crecimiento y su modelo de consumo relacionado con la felicidad, desde un planteamiento de defensa de la igualdad social y la transformación del sistema económico. Ecofeminismo y decrecimiento permean su propuesta frente a la crisis global: ambos constituyen el antídoto que se opone al binomio patriarcado/capitalismo. No se trata de un retorno a formas de vida arcaicas caracterizadas por privaciones y penurias, sino de construir otra forma de bienestar alejada de la sociedad esquizofrénica de consumo y explotación, de romper con convicciones erróneas sobre el progreso material y la potencialidad de las mujeres. De recuperar la vida comunitaria, las prácticas solidarias, los cuidados, la comunicación y la relación con el entorno natural y social. La sencillez implica aceptar la posibilidad de una buena vida sin excesos. Hasta puede que nos sorprenda lo felices que podemos llegar a ser en un mundo menos cargado de complejidad.