Algunos finales llegan sin prisa y a tiempo, tal como le ocurre a la hoja del cerezo al llegarle el otoño, a la ola del mar al golpear contra el risco, o al crepúsculo matutino al salirle el sol.
Algunos finales llegan sin prisa y a tiempo, y las historias se diluyen en nuestros recuerdos sin ruido, desacuerdo o reproche alguno; entonces reencontrarnos luego, o no, pierde importancia, tal como pierde importancia para la naciente hoja del cerezo la historia de vida de la hoja que la precedió.